BRICS vs G7: la batalla silenciosa por el poder global

Introducción

Imagina una gran mesa donde se deciden las reglas del mundo: quién manda, quién mueve el dinero, quién define el rumbo de la economía global.

Durante décadas, los asientos principales estuvieron ocupados por las potencias del norte: Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá. Ese es el G7, el club de las economías ricas, con infraestructura avanzada, tecnología de punta y gran influencia política y financiera.

Pero en la otra esquina, un grupo de países emergentes ha comenzado a levantar la voz. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica conformaron el BRICS, y desde 2024 sumaron a Arabia Saudita, Egipto, Irán, Emiratos Árabes y Etiopía, dando origen al BRICS+. Su mensaje es claro:

“Nosotros también queremos decidir”.

El peso económico: G7 vs BRICS+

En términos de PIB nominal, el G7 todavía lidera con más de 51 billones de dólares (casi el 45 % del total mundial).

Los BRICS+ suman unos 32 billones.

Pero si medimos por paridad de poder adquisitivo —cuánto rinde realmente el dinero en cada país— los BRICS ya han superado al G7.

Además, representan más del 45 % de la población global, con economías que crecen al doble de velocidad que las del G7.

Mientras China e India impulsan el crecimiento global, países como Egipto o Etiopía podrían duplicar o triplicar su tamaño económico en las próximas décadas. En contraste, Europa envejece, Japón se estanca y Estados Unidos enfrenta alta deuda y polarización política.

El giro inesperado: ¿un regalo de Trump al BRICS?

Paradójicamente, parte de la cohesión actual del BRICS podría haber sido impulsada por Estados Unidos, y más específicamente por las políticas de Donald Trump.

Durante su mandato, impuso aranceles del 30 % a China, 50 % a Brasil y 25 % a India, iniciando guerras comerciales que empujaron a estos países a buscar alianzas alternativas.

La exclusión de Rusia del sistema SWIFT tras la guerra en Ucrania fue otro golpe decisivo: una advertencia para el resto del grupo de que “si no estás con nosotros, podemos desconectarte del sistema”.

Desde entonces, el BRICS ha trabajado para cerrar filas, no solo para crecer, sino para resistir.

Un bloque con fisuras internas

A pesar de sus avances, la unidad del BRICS está lejos de ser perfecta.

India recela del liderazgo de China y se opone a usar el yuan como moneda común. Irán y Arabia Saudita arrastran tensiones históricas, y las diferencias políticas y económicas entre miembros son profundas.

El mayor desafío del BRICS no es el crecimiento, sino la cohesión.

El as bajo la manga del G7: la inteligencia artificial

El G7 lidera la carrera de la inteligencia artificial (IA), con gigantes como OpenAI, Nvidia, Microsoft y Amazon, además de los avances europeos en robótica e IA ética.

La IA no es solo tecnología: es productividad, defensa, control financiero y ventaja estratégica.

Si el G7 logra capitalizar esta revolución, podría reforzar su liderazgo y ampliar la brecha con el BRICS, quizás de forma irreversible.

China lo sabe, y por eso invierte miles de millones en su propia carrera tecnológica.

¿Hacia un mundo multipolar?

El tablero global está cambiando.

El G7 conserva poder institucional, financiero y tecnológico.

El BRICS gana peso económico, población joven y recursos naturales.

La pregunta es si podrá convertir ese potencial en poder real, o si las diferencias internas lo frenarán.

El futuro de la economía mundial podría depender de esta competencia… y de quién logre adaptarse más rápido a los nuevos tiempos.

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China, EE.UU. y la IA: La batalla por el poder global